domingo, 8 de agosto de 2010

BIOGRAFÍA ENRIQUECIDA I


Hace tiempo que no escribo sobre la Milá, aunque estos días van apareciendo breves noticias que la mencionan de pasada, referentes la mayoría de ellas a la próxima edición de Gran Hermano que seguramente la mantiene ocupada, evitando así que nos martirice de nuevo con la labor de justiciera que había emprendido en los últimos tiempos contra personas y formas de hacer televisión que no se ajustan a sus baremos.

Desde que inicié este blog mis criticas hacia Mercedes han sido continuas y muy duras, aunque siempre traté de justificarlas con argumentos sólidos, pero hoy quiero explicarles que si me considero legitimada para cuestionar la figura de la periodista es porque en el pasado he sido una gran admiradora suya, del estilo innovador de sus inicios, de su franqueza y de su forma clara y directa de afrontar temas y personajes. Y esto me ha llevado a plantearme la posibilidad de ofrecer un breve historial de la Milá, haciendo hincapié en otros aspectos diferentes a los que destacan las biografías que se pueden hallar en Internet. El resumen que yo quiero proponer es un mosaico formado por pequeñas anécdotas de su vida profesional y personal, confesiones de la propia Mercedes, informaciones aparecidas en la prensa y opiniones mías absolutamente subjetivas y que como tal asumiré, sobre el efecto que todas estas circunstancias pudieron haber tenido en su evolución, hasta el punto de llegar a transformarla con el paso de los años en una mujer fanática, que fue perdiendo poco a poco su dignidad profesional y su sentido del ridículo y a quien imagino sola y amargada en un futuro muy próximo.

Mercedes Milá nace en 1951 en Esplugas de Llobregat, en el seno de una familia de la aristocracia barcelonesa. Así pues, tiene en la actualidad 59 años que jamás ha intentado ocultar, mostrándose además poco partidaria de las operaciones de estética con fines rejuvenecedores. Es la mayor de 6 hermanos y heredera de un título: el Condado de Montseny, que a día de hoy ostenta su padre José Luis Milá y Sagnier y que correspondía a su hermano Lorenzo por ser el mayor de los hijos varones, hasta que la Ley 33/2006 sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión de los títulos nobiliarios, concedió a las mujeres el derecho a heredar estos títulos, prevaleciendo a partir de esa fecha el criterio del orden en el nacimiento sobre la preferencia a los varones que había primado hasta entonces en España.

De pequeña fue una niña tremendamente tímida y vergonzosa que inició su formación en un colegio de monjas y que resultó ser una buena estudiante que nunca tuvo problemas con sus notas ni necesitó repetir cursos. Cuando llegó el momento de acceder a la Universidad, se sintió atraída por las Ciencias Políticas que le apasionaban, pero la inexistencia de una Facultad donde seguir dicha carrera en Barcelona, la hizo decantarse por la de Filosofía y Letras. Sin embargo, casi inmediatamente se dio cuenta de lo erróneo de su decisión y por ello, cambió dichos estudios por los de Periodismo, esta vez con acierto ya que se sintió fascinada por ellos desde el primer instante. La responsable de esta última y definitiva elección fue su tía María Asunción con la que pasaba temporadas en Sevilla, que le insinuó la posibilidad de estudiar periodismo basándose en las cartas que Mercedes le escribía, aunque curiosamente la propia Milá ha llegado a afirmar en más de una ocasión que la prensa escrita no es lo suyo y de hecho, es una faceta que apenas ha ejercitado dentro de su actividad.

Una vez finalizada la carrera, graduándose en 1974 con una tesis sobre periodismo televisivo, recibe nuevamente la ayuda de su tía que le consigue unas prácticas como becaria en El Correo de Andalucía en Sevilla donde debuta profesionalmente. Se inicia en televisión en los informativos de Miramar, para pasar después al área de deportes y experimenta también en la radio trabajando 3 años con Luis del Olmo como reportera de calle, acompañada de una unidad móvil.

Tras este aprendizaje llega en 1978 el programa “Dos por dos” en TVE, la primera vez que pisa un plató en directo y donde siente lo que ella define como un enamoramiento hacia la cámara. Comparte su debut con Isabel Tenaille, bastante conocida por aquel entonces, que cuenta ya con una considerable experiencia televisiva frente a la recién llegada. Precisamente uno de los alicientes del programa es la contraposición de las personalidades de sus dos presentadoras. Isabel: de voz mesurada y ademanes reposados, políticamente correcta, con una imagen conservadora y tradicional. Y Mercedes: con un estilo considerado agresivo para la época, menos atractiva físicamente, más informal en su vestuario y su aspecto y bastante transgresora tanto en el tono como en la intención de sus preguntas.

El programa sólo dura tres meses, lo estipulado en el contrato inicial, pero durante ese breve período ya se perfilan las características que formarán parte en el futuro de la personalidad profesional de la Milá y quiero resaltar como muestra dos anécdotas acaecidas durante las emisiones. La primera de ellas fue una aparición de Francisco Umbral (primer encuentro de Mercedes ante las cámaras con el que más tarde protagonizaría un incidente recordado por la famosa frase “Yo he venido aquí a hablar de mi libro”). El escritor muestra en aquellos momentos un interés sentimental por Isabel y no duda en cortejarla en directo en presencia de la Milá, como pueden observar en el video que incluyo.


La segunda ocasión tiene como protagonista a Dewi Sukarno, viuda del que fue presidente de Indonesia Achmed Sukarno, una dama muy presente en esas fechas entre las figuras de la Jet Set Internacional, que aparecía con frecuencia en la revista "Hola" y a quien la Milá pregunta sin preámbulos durante el programa en que aparece como invitada si cobra por asistir a las fiestas, causando gran desconcierto y enojo en la entrevistada, que posteriormente no se priva de manifestar que nunca se había topado con una persona tan grosera como Mercedes, ni con una pregunta tan impertinente.

Reproduzco un fragmento entresacado de una crítica aparecida al día siguiente en el diario ABC referente al mencionado desencuentro:

ABC. VIERNES 19 DE MAYO 1978

UNA COSA FEA

Esto fue lo que hicieron la otra noche dos presentadoras de un programa popular, que emparedaron a una invitada que no habla el castellano. Me estoy refiriendo a Dewi Sukarno. La trataron como a una imbécil exótica. Primero nos informaron en castellano de que los periódicos decían que aquella señora cobraba por halagar las fiestas mundanas con su presencia. Daba la sensación de que la nombraban no en tercera persona, sino en décima. Como si fuese un objeto lejano e insensible. Luego, en inglés muy titubeante y rudo, como podría confirmar cualquier experto, le preguntaron lisa y llanamente si cobraba. No hubo el menor rodeo. La pobre se echaba las manos a la cabeza en medio dé una estupefacción que era casi un desamparo. Mientras tanto las dos presentadoras sonreían de un modo reticente y avisado, como diciendo: «Esta cree que nos la da.» No es que yo lo imagine. Es que una de ellas, con una sonrisa que ya es un estereotipo, un rictus, se dirigió a los telespectadores poniendo en duda las palabras de la señora Sukarno, que naturalmente no entendió aquella confidencia suspicaz para españoles. Así que la presentadora estableció una confabulación con el público a costa de una mujer que no habla el castellano y que se sentía perdida en aquella escena realmente sórdida.
CANDIDO.


No deja de llamar la atención que en aquel tiempo se le reprochara a la Milá su forma de ejercer el periodismo, tal como ella hace ahora con aquellos que la incomodan negándose a seguir las directrices que pretende imponer sin contemplaciones en su entorno. Se ve que la memoria le flaquea y ya olvidó su comportamiento en esos primeros años de profesión y a juzgar por el poder que parece ostentar en la actualidad, hay que reconocer que no le fue del todo mal apartándose de la senda habitual seguida y respetada por sus colegas de entonces. Lástima que la amnesia que ahora sufre respecto a su pasado, le impida ejercer más a menudo la tolerancia hacia los demás.