domingo, 28 de marzo de 2010

EL PRÍNCIPE DESENCANTADO


No es posible dar de lado a la nueva versión de Cenicienta que les planteaba en el artículo anterior, sin analizar al auténtico protagonista de nuestro cuento: Arturo, el príncipe que sacó de sus casillas tanto a Indhira, la cansina y aburrida malagueña como a Mercedes, su mal disimulada protectora, negándose a plegarse a sus caprichos o a hundirse ante sus reproches, el que demostró no necesitar a nadie para desempeñar un papel estrella en Guadalix mientras se comprobaba a la inversa, que Indhira sin Arturo no es nada, realidad confirmada por la propia interesada al salir del concurso (otra vez) por la puerta de servicio porque no soportaba la convivencia ni el paso de los días sin Arturo, a pesar de provocarle casi continuamente para hacerle saltar en la edición especial de “El Reencuentro”, lamentándose a continuación (otra vez) por lo mal que la trataba.

Es cierto que los modales de Arturo poco se ajustan a lo que podría esperarse de un príncipe porque el chaval es bastante primitivo en sus comportamientos y expresiones, pero este rol no podría ser asumido por otro concursante de la onceava edición que no fuera él. Su supremacía no es negociable ni discutible puesto que hasta Yali, el jefe de los papúas con los que compartieron convivencia durante una semana, le eligió como líder de la casa, imagino que para disgusto de la Milá, que debido a la antipatía (por no decir odio) que siente por el irunés, recibe probablemente cada halago que se le dirige como una ofensa personal.

En ningún momento voy a afirmar que todo lo que hizo Arturo dentro de la casa estuviese bien; cometió errores, pronuncio palabras que debió callar y tuvo reacciones que nunca debieron ver la luz (como todos), pero imitando por una vez a Mercedes y a su protegida en su empeño de buscar excusas, no puedo dejar de exponer (tal como hice con Tatiana y Carol) la lista de agravios de Indhira para con Arturo, ese hombre de quien estaba tan enamorada y al que, paradójicamente, no dejaba de martirizar intentando hacerle la vida imposible, labor en la que hay que reconocer tuvo bastante éxito.

Comenzaré por el ataque de rabia que llevo a la malagueña a sacar del armario toda la ropa de su hasta entonces pareja, para tirarla con malos modos por el suelo (esto de tirar cosas es un comportamiento recurrente en esta concursante) mostrando un desprecio absoluto por la propiedad ajena mientras acompañaba su arrebato con recomendaciones como la de “ve a meterte lo que te metías fuera". Esta frase que le acarreó innumerables reproches desde los diferentes programas de Telecinco, resulta sorprendente que se llegara a emitir, cuando la tendencia de la organización del programa ha sido siempre la de proteger a los concursantes de manifestaciones o insinuaciones referentes a su vida privada que pudieran perjudicarles fuera de la casa. Otras atenciones dedicadas a su amado fueron: arrojarle a la cara un trozo de lasaña mientras le llamaba “hijo de puta” (ofensa que utilizó más de una vez para dirigirse a él), intentar darle con la puerta en las narices cuando pretendía entrar al almacén donde recogían la compra, o amenazarle insistente con abandonar la casa arrastrándole con ella, durante su segunda estancia en “El Reencuentro” donde concursaban por parejas. Todo ello intercalado de numerosas escenas en las que “la difunta” (como la llaman en algunos foros de Internet) lloraba o se mostraba deprimida según soplara el viento.

Para Indhira, la afirmación de Arturo de que le había dejado las cosas muy claras desde el principio con referencia a que no esperase ningún tipo de compromiso, carecía de fundamento porque él mismo confesó albergar sentimientos hacia ella. Sentimientos hay de muchas clases, tanto positivos como negativos y si nos atenemos a esto, Arturo los tendría igualmente hacia Gerardo (su gran rival), hacia Tatiana con la que simpatizó desde un principio e incluso hacia Rufa, el loro hembra que les acompañó durante su edición y que mostró sin reservas su predilección por Arturo hasta que se vio privada de su compañía por necesidades del guión. Raro me parece que Indhira no arremetiera contra el pobre bicho en uno de sus ataques de celos o tratara de arrancarle las plumas con esa expresion de psicópata que mostraba en el confesionario.

La mayoría de los presuntos sufrimientos de la malagueña en la casa, fueron causados por su propia actitud victimista y posesiva y su falseamiento de la realidad, al igual que las innumerables situaciones incómodas que tuvo que vivir el irunés al sentirse cuestionado, perseguido y agobiado por ella, pero nada de esto, por muy molesto que le resultara a nuestro príncipe, le preparó para lo que le esperaba fuera: una Mercedes Milá que se afilaba las garras en cada gala, entrenándose para el momento en que Arturo fuera expulsado y pudiera al fin machacarle a su antojo. Mientras tanto y para abrir boca, no se privaba de cargar implacable contra cada supuesto fallo, negligencia o exabrupto de Arturo en la casa. Y casi con la misma inquina, increpaba a su hermana o a su madre cuando plantaban cara a los maliciosos y reiterados comentarios de la presentadora contra él. En una de las galas, Mercedes llegó a permitir que Ania Iglesias, concursante de Gh1 que asistía como invitada, llamara a Arturo “hijo de puta” en presencia de su madre, sin que la presentadora pestañeara siquiera ni mucho menos condenara esa falta de respeto.

Tampoco hubo reproches la noche de su expulsión por los gritos desmesurados de júbilo y gestos victoriosos de Gerardo al escuchar el nombre de su enemigo, a pesar de que en una pasada edición, Mercedes se había mostrado tremendamente critica e indignada con uno de los concursantes que lanzó confeti para celebrar la salida de un compañero. Pero la carnicería que la Milá tenia en mente para Arturo se vio abortada momentáneamente por la actitud valiente de su hermana Elizabeth, que al recibirle en la famosa puerta del plató de Gran Hermano, le avisó sin titubeos y en voz alta y clara de que Mercedes no le tragaba y de que Indhira era lo peor que había pasado por esa casa. Como consecuencia, el expulsado se mostró durante toda la entrevista extremadamente reservado y a la defensiva y la presentadora se vio forzada a tratarle con relativa condescendencia para evitar así la confirmación de lo expresado por Eli y por todas las voces que la acusaban de intransigencia y animadversión hacia Arturo. Aún así, esa noche ya se había dado el gustazo de pronunciar la clásica frase que precede a la entrada del expulsado en el plató en tono bajo y desganado, muy alejado de la habitual voz triunfalista empleada para recibir a otros concursantes a lo largo de todas las ediciones.

La decepción de Arturo hacia Indhira ya había arraigado durante su convivencia en la casa, pero su desencanto hacia la Milá nació esa misma noche y no dejó de incrementarse durante las galas que siguieron, porque a partir de ese momento Mercedes no perdió ocasión para intentar humillarle con actitudes como ofrecerle un Cd para quitárselo inmediatamente de las manos, entregándolo a otro compañero o amenazar con echarle del plató por llamar "tonta" a Indhira en uno de sus enfrentamientos, intrascendente palabra si la comparamos con los “zorra” e “hijo de puta” que acostumbraba a utilizar su protegida.

El contraste en su manera de tratar a ambos en Guadalix tras sus respectivas expulsiones por agresión fue abismal. Mientras Indhira recibía sonrisas de complicidad y palabras cariñosas, Arturo sólo encontraba gestos hostiles y preguntas desabridas. Únicamente durante un momento en que al irunés se le quebró la voz, evitando a duras penas el llanto, mostró Mercedes un leve gesto de humanidad hacia él. Pero Arturo no lloraba por arrepentimiento ni por vergüenza como hubiera deseado su enemiga; sus lágrimas encubiertas eran producto de la rabia y la impotencia al haber caido una vez más en la trampa de Indhira, toda una experta en sacar lo peor de su carácter para vender luego una imagen de agresividad que le venia muy bien a su papel de victima.

Curiosamente, cuanto más intentaban desprestigiarle Indhira y “su madrina” más aumentaba la popularidad de Arturo, que recibía incontables elogios y muestras de afecto en los programas de Telecinco, en los foros de Internet y en los bolos a los que asistía. Al mismo ritmo pero a la inversa, disminuía el número de seguidores de la malagueña, que gracias a una nueva muestra de favoritismo, disponía desde su expulsión de un blog propio en la Web de la cadena, en el que a falta de temas más interesantes, se dedica últimamente a hacer publicidad de una colección de vestidos de la firma Chatik & Kertan, que casualmente le promociona el blog o a presentar sus nuevos modelitos de primavera. Aún habrá que agradecerle que no iniciara un consultorio sobre sexo para explicar con detalle sus sesiones amorosas en Guadalix. Probablemente hubiera conseguido también el patrocinio de alguna empresa fabricante de ataúdes, como lugar insólito donde hacer el amor, o alguna productora de cine porno interesada en utilizar sus comentarios durante los encuentros con Arturo.

Creo que Indhira pasará a la historia de Gran Hermano como una de las concursantes más histéricas y manipuladoras que han convivido en esa famosa casa y en cuanto a Mercedes, una vez más añade a su ya lamentable curriculum de los últimos años, el acoso a un concursante que no aceptó su despotismo y tuvo que sufrir por ello un desaire tras otro en cada uno de sus obligados encuentros con la presentadora. Ahora que el reality llega a su fin, Arturo volverá a ser libre pero yo me pregunto con quién desahogará entonces la Milá su furia y sus frustraciones durante los meses que faltan hasta el próximo Gran Hermano.

sábado, 20 de marzo de 2010

HELADA MADRINA


Dando por hecho que todos los lectores de este escrito conocen el cuento de Cenicienta, voy a tomarme ciertas libertades con la historia redactando un nuevo guión, en el cual Cenicienta (Indhira) es una chica consentida y egoísta que con sus lloros y sus aires de mosquita muerta sabe engañar muy bien a los que no ven más allá de la superficie de las cosas, porque es ella la que hace la vida imposible a sus hermanastras (Carol y Tatiana) lamentándose luego de los malos tratos que recibe de ambas. El hada madrina (Mercedes Milá) no es una anciana bondadosa y maternal sino una bruja malintencionada y fría, muy fria ... "helada", que utiliza sin escrúpulos sus poderes contra aquellos que se atreven a desafiarla. Y para finalizar el símil del famoso cuento antes de pasar a los hechos reales, quiero plantear una incógnita: imaginen que el príncipe no se enamora de Cenicienta, que cuando la joven huye perdiendo un zapato en su carrera, el galán no se molesta ni en seguirla ni en buscarla y prefiere pasarlo bien con alguna de las princesas invitadas al baile sin complicarse la vida. ¿Qué hubiera hecho en este caso nuestra helada madrina? Pues probablemente ir en busca del mozo hecha una furia y darle en la cabeza con el otro zapato, para arrastrarle después junto a su ahijada e intentar obligarle a casarse con ella.

Indhira, la concursante súper protegida por Telecinco y por Mercedes en esta edición, comenzó su aventura en Guadalix llamando “guarrilla” a Tatiana en los primeros días de convivencia y poco después, tras uno de sus escarceos amorosos con Arturo en un refugio improvisado entre dos camas cubiertas con un edredón, le pregunta a Tatiana en tono chulesco mientras se está reajustando la ropa si le gusta cómo folla. Su justificación para semejante pregunta es que la concursante rusa y su amiga Melanie estaban espiándoles, pero la realidad es que se dirigían juntas al cuarto de baño, para lo cual tenían forzosamente que atravesar el dormitorio donde la pareja retozaba. No contenta con esto y ya más avanzado el concurso, Indhira arroja a la cara de Tatiana un trozo de jamón de York (un día en que va achispada y no deja de reírse tontamente) durante la prueba del viaje cultural en el 600 amarillo.

No obstante, lo que intenta vendernos la malagueña desde fuera es que Tatiana se puso en su contra desde el primer momento y que ignora por qué ella le cae tan mal, mientras Mercedes, que por supuesto no le reprocha ni uno solo de estos comportamientos, se muestra escandalizada cuando la rusa (también con unas copas de más y después de hacer el amor con Arturo durante las fiestas navideñas) envía a Indhira un saludo desde el confesionario. Ni siquiera sirve a Tatiana como atenuante su gesto generoso y desinteresado al intentar separarla de Carol en la famosa escena del vaso de agua con hielos, momento en que curiosamente los supuestos amigos de Indhira no mueven un dedo para evitar, lo que cualquier seguidor de gran hermano puede prever que va a acabar en expulsión.

Los agravios de Indhira hacia Carol comienzan con un abordaje en el que la malagueña le echa en cara su acercamiento a Arturo (que en ese momento había dejado de ser su pareja después de la ultima discusión) y la acosa con sus quejas y reproches hasta hacerla llorar ante lo inesperado del ataque, de cuyo resultado se muestra Indhira más que satisfecha cuando lo cuenta a sus afines en la casa. Más tarde llegan los insultos en el confesionario llamándola “zorra” repetidas veces y amenazando con arrastrarla de los pelos, los lloros en el dormitorio aislada voluntariamente de todos y recalcando hasta la saciedad la crueldad con que Arturo la ignora y finalmente, su cara triunfante cuando Carol resulta expulsada por los votos de sus compañeros, convenientemente manipulados en su contra durante la última semana. Desgraciadamente para ella, el publico elige a Carol como la más votada para la repesca que se avecina (demostrando así que no quieren a Indhira tanto como se imagina) y acaba de raíz con su recién recuperada tranquilidad “obligándola” a volver a meterse en la cama con Arturo ahora que sus relaciones han mejorado, para tenerle bien cogido ante el retorno de su enemiga según confiesa la propia Indhira sonriente en una de las galas.

Inmediatamente la malagueña comienza una campaña para que las nominen a ambas, ya que confía en que la expulsada en la confrontación será “la otra”. La realidad le demuestra que tampoco sus compañeros la aprecian tanto como creía, puesto que todos excepto Toscano se niegan a secundar sus caprichos. El resultado final con Indhira nominada y Carol a salvo, es la gota que colma el vaso (nunca mejor dicho) y desencadena la tan comentada agresión de Indhira y su salida del concurso por la puerta de atrás para desgracia de Mercedes y de Telecinco, que se encuentran repentinamente con su favorita en la calle. Pero una vez más ahí está su madrina y protectora para apoyarla y defenderla, recibiéndola como a una heroína y reservando sus reproches para Carol, a la que carga con todas las culpas de lo ocurrido durante la entrevista que sigue a su salida de la casa poco después, puesto que según la presentadora, la actitud de Indhira es totalmente comprensible porque está enamorada y si perdió el control fue porque Carol la había provocado deliberadamente.

Es curiosa la tendencia de Mercedes a proteger a personajes como Indhira o a confraternizar con otros como Iván Madrazo, que arremete contra Carol y relata con todo lujo de detalles una supuesta relación de una noche de ambos, dedicando a la cántabra todo tipo de descalificaciones absolutamente indignas del caballero que pretende ser, con la excusa de que fue ella quien lo comentó en la casa, aunque la interesada lo niega rotundamente sin que nadie consiga demostrar lo contrario. Y completando “la pandilla basura” aparece en escena Nacho Montes, periodista escasamente conocido antes de su participación en El Debate Gh11, que utiliza en sus críticas hacia los concursantes términos como “marrana”, “pedorras” o “imbéciles” dirigido este último a Piero y Melania cuando se defienden de sus ataques durante uno de los debates y que le acarrea al insultante colaborador una reprimenda de Jordi González y una sugerencia de que se disculpe con la pareja. Les hablo de la misma persona que escribe en su blog de la Cope la siguiente frase: “No hay dinero con el que alguien pueda comprar de la noche a la mañana la educación que a uno le inculcan en casa, con mimo, desde la infancia. Hoy, cada cual que busque su motivo, me siento orgulloso de esa educación recibida. Esa educación que me hace dormir tranquilo y feliz”.

Pues estos cuatro personajes (Mercedes, Indhira, Iván y Nacho) son los recientes protagonistas de un vídeo en el que aparecen a la salida de un concierto de Isabel Pantoja y que según comenta posteriormente la Milá ha provocado la envidia de muchos. Y yo me pregunto: ¿envidia por asistir a un evento que está al alcance de cualquiera que abone el precio de la entrada? ¿o tal vez se refiere Mercedes al privilegio de gozar de tan “selecta” compañía?. Quién sabe si la asistencia a ese concierto es una especie de recompensa de la helada madrina a los dos colaboradores de El Debate que la han secundado obedientemente durante meses, en su obsesivo empeño de disculpar y enaltecer a Indhira durante todo el concurso.

El análisis de los ataques agresivos y discriminatorios de la Milá y sus acólitos hacia Arturo prefiero aplazarlo para un próximo articulo, pero si yo estuviera en el lugar de este concursante me sentiría muy orgullosa al recibir las criticas de gente de esta calaña, prueba inequívoca de que él no es ni tan hipócrita ni tan intolerante como ellos, porque en este caso lo verdaderamente preocupante sería agradarles. Como dice una frase que me viene a la memoria: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Mercedes Milá hace tiempo que perdió ambas cosas: la vergüenza como presentadora de Gran Hermano y en algunas de sus intervenciones publicas y el respeto de miles de seguidores del reality que no la soportan más y sueñan con el momento de su caída.

sábado, 6 de marzo de 2010

LÁGRIMAS DE SALDO


En biografÍas y relatos referentes a Adolf Hitler se puede leer que el dictador lloró por la muerte de Blondie, su perra favorita, a la que mandó sacrificar en el búnker donde él se suicidó poco después. Y también aseguran algunos historiadores que Nerón lloraba después de incendiar Roma, emocionado por la belleza de las llamas.

Según la filosofía de Mercedes Milá, deberíamos defender todos a ambos personajes sin tener en cuenta las circunstancias de su llanto ni de sus vidas y arremeter sin contemplaciones contra cualquiera que se atreva a cuestionarlos. Lloraron, luego la razón estaba de su parte. Alguien debería explicarle a la Milá que se puede llorar por muy diversas razones: ira, despecho, felicidad, rabia, humillación o impotencia y que incluso cuando es el dolor el causante de las lágrimas, este detalle no prueba por sí sólo ni la bondad ni la inocencia de quien las derrama.

Si comento todo esto es porque quiero rememorar de nuevo el todavía reciente enfrentamiento de Mercedes y Kiko Hernández en Sálvame Deluxe. Ya adelanté en un artículo anterior que volvería sobre este hecho, porque gracias a él pudimos descubrir facetas hasta ahora bien ocultas de la famosa presentadora y tuvimos la oportunidad de contemplar en directo cómo pierde el control y las buenas maneras fuera de “su plató”, cuando un simple colaborador se atreve a ignorar sus directrices y no contento con ello la desprecia públicamente, dejándola con la palabra en la boca (arte en el que ella es toda una experta) y espetándole frases como esta: “No quiero tu mano porque está envenenada”. Aunque sólo fuese por esta inusitada escena, ya me solidarizo con Kiko Hernández o con cualquier otro que haga probar a esta mujer una pequeña dosis de la amarga medicina, que ella ha obligado a tragar a tantos infelices que han caído bajo su tiránico dominio durante las galas de Gran Hermano.

En un momento de la confrontación Kiko le reprocha “que haga la ola” a una concursante capaz de decir en directo a un chico que va en silla de ruedas “que Dios da a cada uno lo que se merece” y sin embargo, cargue contra él con tanta furia por el supuesto daño que producen sus críticas. Y curiosamente Mercedes no rechaza estas acusaciones ni defiende la contradicción que demuestran respecto a su diferente vara de medir para cada uno de ellos; se limita a pedirle, o más bien a exigirle que no haga demagogia.

La concursante a quien se refería Kiko Hernández es Aída Nízar. Esta mujer ha sido condenada por falsificación de su DNI y por atentar reiteradamente contra el derecho al honor de varios personajes famosos. Ha acusado a muchos otros de adicción a las drogas y de ejercer la prostitución entre otras lindezas, se ha visto envuelta en numerosas reyertas e incluso fue retenida en un aeropuerto por sustraer perfumes de una tienda, pero el caso concreto referido por Kiko tuvo lugar en el año 2004 cuando era colaboradora de Crónicas Marcianas. Una noche, mientras se mezclaba con el publico asistente, Aída dedicó a un chico discapacitado que al parecer rechazó un beso suyo, la mencionada frase referente al castigo divino. Pero ninguno de estos hechos ha desencadenado jamás una condena pública por parte de Mercedes Milá, que siempre la ha tratado como a uno más de sus niños consentidos. Pero claro, hay que tener en cuenta que en alguna ocasión esporádica Aída ha llorado y eso lo justifica todo para la Milá.

Igualmente se sorprende Kiko ante la defensa a ultranza de la presentadora hacia Lydia Lozano en la polémica que ambos mantuvieron días atrás, sin saber nada de lo ocurrido entre ellos fuera de cámaras, ni poder juzgar por lo tanto el motivo que había deteriorado su amistad. Y una vez más la respuesta de Mercedes no tiene desperdicio: “No me hace falta saber nada, he visto llorar a Lydia y con eso me basta”

Lo que no parece recordar la Milá es que en el transcurso de los últimos años, su amiga Lydia ha sido protagonista muy a su pesar, de varios incidentes que dejan por los suelos su ética como persona y como periodista. El primero de ellos quedó plasmado en una cámara oculta efectuada por “El Mundo Tv” en el año 2001, como parte de una investigación a la que llamaron “La gran mentira del corazón”. Un actor contratado para la ocasión finge haber tenido una relación sentimental con la cantante Paulina Rubio, aportando una serie de datos cuidadosamente preparados y llevando a cabo estratégicas filtraciones en los lugares adecuados. El resultado final es un video que muestra a Lydia Lozano dando por buena la noticia sin investigar siquiera la versión del improvisado montajista. Posteriormente la presenta como una exclusiva en el programa donde ella colabora cada semana, Tómbola de Canal Nou (Valencia).

Pero su gran escándalo aún estaba por llegar y se produce en “A tu lado” en el año 2005, cuando Lydia suelta la bomba de que Ylenia Carrisi, hija de Al Bano y Romina Power desaparecida en Nueva Orleáns en 1994 y dada por muerta tras las pertinentes investigaciones policiales, está viva y reside en Santo Domingo con una nueva identidad. La única prueba que aporta es la foto de una chica rubia cuya semejanza con la desaparecida Ylenia es bastante discutible y por supuesto se niega a revelar sus fuentes y es incapaz de proporcionar ni datos concluyentes, ni documentos que apoyen sus afirmaciones. Cuando tras varias semanas de explotar el tema se destapa toda la trama y se ve obligada a reconocer su tremendo error y a pedir perdón, nos enteramos de que ni siquiera se había molestado en viajar personalmente a Santo Domingo para investigar sobre el terreno, cosa que sí se apresuró a hacer cuando ya habían quedado demostradas fuera de toda duda su irresponsabilidad y su incompetencia profesional. A buenas horas.

Tampoco en esta ocasión me viene a la memoria que Mercedes se pronunciara públicamente contra su amiga, como lo ha hecho contra Kiko Hernández, pero es que hay que tener en cuenta una vez más que cuando la rocambolesca historia se desmonta, dejándola en evidencia ante todos, Lydia lloró (vaya si lloró) y esas lágrimas que desde entonces prodiga con generosidad cada vez que mete la pata, cosa que suele ocurrir con alarmante frecuencia, al parecer lavaban todas sus culpas y la convertían en victima inocente, cuando la realidad es que para los padres de la joven “resucitada” actuó como un auténtico verdugo, que les hizo sufrir lo indecible y a quienes se negó a escuchar cuando le suplicaban que dejara el tema. Y sin embargo Lydia sigue en el candelero como si nada hubiera pasado y pese a haber sido investigada por la Comisión de Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de la Prensa, no hubo sanciones para su conducta.

¿Son peores los comentarios de Kiko Hernández que los desatinos de estas dos individuas? Para Mercedes Milá sí. Y no me reprochen la malsonancia del vocablo “individuas”. Se lo dedico a ella como la destacada feminista que pretende ser y en este sentido, puede que la defensa de Mercedes de Lydia y Aída no se deba sólo al oportunismo de sus lagrimas, sino sencillamente a que son mujeres y cualquier cosa negativa que hagan encuentra en ella una disculpa.

El caso de los hombres es distinto por supuesto, porque los que le gustan a Mercedes son los que mantienen la boca bien cerrada en su presencia y solo pueden abrirla cuando obtengan su permiso, para darle la razón en todo o para dejarse besar por ella sin rechistar y poniendo buena cara a las libertades que se tome. Si el elegido se presta de buen grado al “experimento” o ha de disimular las naúseas por el morreo que se le impone es su problema, que una feminista no pierde su precioso tiempo en estas menudencias cuando se trata de los sentimientos de un mísero varón.

Ya lo sabes Kiko Hernández, si pretendes que Mercedes te respete y vuelva a tenderte su mano envenenada, tienes que mostrarte sumiso en su presencia o cambiar de sexo y sobre todo llorar en publico, porque lo del morreo ya tuviste que sufrirlo en una de las galas de Gran Hermano 10, cuando aún gozabas del favor de la diva del periodismo. Igual estabas recordando ese momento en Sálvame Deluxe cuando la MiIá se burlaba de tu cara de amargado.