martes, 23 de febrero de 2010

¿QUÉ SERÁ DE TI SIN GRAN HERMANO?


No concibo Gran Hermano sin Mercedes Milá. Mercedes Milá es el alma de Gran Hermano. Gran Hermano se hundiría sin Mercedes Milá.

Tranquilos los que estén leyendo estas líneas, que no me he vuelto loca ni me han lavado el cerebro para que a partir de ahora forme parte de la congregación que venera a la Milá; "los mercedarios" podríamos llamarles. Estas frases con las que inicio mi escrito y otras parecidas, las he leído con frecuencia en foros y blogs y ya se sabe que a base de repetir una consigna, ésta llega a convertirse para muchos en dogma de fe. Pero como no es ese mi caso y además estoy convencida de que la afirmación es totalmente falsa y carece de base razonable para sustentarla, voy a intentar echar por tierra semejante despropósito.

En primer lugar, quiero recordar esa frase magistral de George Clemenceau “Todos los cementerios están llenos de gente que se consideraba imprescindible”. No hay duda de que Mercedes, con su actitud ególatra, encajaría perfectamente con la descripción, sin que esto signifique que le desee ni por asomo su traslado definitivo a un lugar tan poco deseable.

Me conformaría con perderla de vista al frente de Gran Hermano, hecho que ya tuvo lugar en el año 2002 tras la emisión de las dos primeras ediciones, sin que el mundo dejara de girar ni se derrumbaran los valores bursátiles. En esas fechas, la periodista dio sorpresivamente la espantada, abandonando el experimento sociológico que tanto la entusiasmaba para dedicarse en exclusiva al programa "Queremos saber más" que presentó del 7 de febrero al 27 de mayo de 2002 en Antena 3. Como consecuencia, en la tercera edición de Gran Hermano no nos honró con su presencia y la presentación se confió finalmente a Pepe Navarro.

Las opiniones sobre la actuación de éste, oscilarán evidentemente en función de los gustos de cada cual e incluso de las simpatías o antipatías que despierten tanto él como Mercedes. Mi impresión personal es algo contradictoria porque de su paso por el programa, recuerdo cosas buenas, regulares y malas, exactamente lo mismo que me ocurre con cada edición que ha presentado la Milá. Pero lo que nadie puede afirmar es que Pepe pasara desapercibido, puesto que ya desde la primera gala nos sorprendió su vestimenta, que él denominaba como moda asimétrica (en esto de los atuendos se adelantó a la Milá), nos divirtió la memorable imitación de su persona efectuada por Carlos Latre (otro punto para Pepe porque a Mercedes nunca la imitó que yo recuerde) y nos impactó con sus ataques descarados a programas muy consolidados como Operación Triunfo y muy cercanos, por emitirse en la misma cadena, como Crónicas Marcianas. Hubo muchas críticas hacia el trabajo de Pepe, a quien vimos con relativa frecuencia trastabillando por el plató como si hubiera abusado del contenido sospechoso de su famosa taza azul o tropezando torpemente con los elementos del decorado o con los asistentes a las galas. Pero también Mercedes se ha caído en directo, ha perdido la petaca y se ha dado golpes contra las cámaras.

En las entrevistas, aunque insistente cuando según su criterio la ocasión lo requería, era menos agresivo que ella y como dato curioso, fue él quien inauguró el dudoso privilegio de acosar a un concursante a lo largo del reality. Su víctima fue Noemí Ungría, que a raíz de unas criticas suyas hacia la organización del programa por el trato recibido, tuvo que soportar en el plató durante toda la edición el resentimiento y el desprecio de Pepe, que no desperdiciaba ocasión para ponerla en evidencia y recordarle su supuesta ingratitud. En esto tampoco fue Mercedes por lo tanto ni precursora ni original (al final va a resultar que en todos estos años ha estado imitando a Pepe), además de ser superada por el periodista cordobés en cuanto a ironía y sentido del humor. Buena prueba de ello fueron, por poner un ejemplo, las puyas que Pepe intercambiaba semana tras semana con otro de los concursantes, Kiko Hernández, a quien se empeñaba en llamar Capitán Trueno, mientras el interesado se vengaba haciendo alusiones al tamaño de la cabeza del presentador, broma convertida ya por entonces en un clásico del medio televisivo. ¿Alguien puede imaginarse la reacción de la Milá si algún concursante se atreve a burlarse de sus arrugas o de su canalillo?

Es cierto que muchos seguidores de Gran Hermano, manifestaron su rechazo hacia Pepe Navarro y su trabajo y clamaron por el regreso de Mercedes Milá, pero también lo es que otros muchos se mostraron encantados con el cambio y le recuerdan con nostalgia. Sea como sea, la imagen que han pretendido dar algunos sobre el fracaso de Gh3 y la responsabilidad de Pepe en el presunto desastre es totalmente inadmisible. Las estadísticas y los datos de audiencia, que en definitiva es lo que garantiza la permanencia de un programa, demuestran con rotundidad que la edición de Gran Hermano donde no estuvo Mercedes Milá, no sólo no disminuyo el éxito o la expectación ya atesorados por las anteriores, sino que los multiplicó. Y una prueba incuestionable: la gala de inauguración de Gh3 es, a día de hoy, la más vista de la historia del reality, ni siquiera superada por las dos primeras ediciones. Ciertamente no se puede negar que en la cuarta edición descendió el número de espectadores y el porcentaje de share, pero eso mismo ha seguido ocurriendo con cada una de las ediciones sucesivas, aún con la presencia de la Milá.

Yo sí concibo Gran Hermano sin Mercedes Milá, incluso sueño con ello. No es el alma de Gran Hermano, al menos en los últimos años, en los que se ha convertido como mucho, en una úlcera que lo está dañando cada vez más. Gran Hermano no se hundiría sin ella porque el formato ha demostrado ser lo suficientemente fuerte como para superar otros muchos obstáculos: la ausencia de Roberto Ontiveros; las esperpénticas ideas de la organización para “sorprendernos” en cada edición, o los escandalosos favoritismos mostrados hacia algunos concursantes, que destacan aun más la discriminación que hacen sufrir a otros. Por todo ello, estoy convencida de que los entusiastas de Gran Hermano hubieran continuado asistiendo incansables a su cita anual, con Pepe Navarro o con cualquier otro presentador, al igual que el personaje de James Bond continúa siendo una apuesta segura para la gran pantalla, a pesar de haber sido encarnado por más de 5 actores diferentes a lo largo de los años.

Por otra parte, la labor de la Milá al frente de Gran Hermano no es tan ensalzada como se nos quiere hacer creer. En Internet son numerosos los foros, plataformas, grupos o blogs que ni la soportan ni se dan tregua en reprocharle su sobreactuada dictadura. Por eso no se explica que Telecinco no se haya planteado entre esas “sorpresas” que tanto nos vende cada año para renovar el reality, la de proceder al relevo de su desgastada presentadora. Esto sí que seria sorprendente y digno de agradecimiento.

Pero si llegara a ocurrir, tal vez la incógnita a despejar no sería el futuro de Gran Hermano sin Mercedes Milá, sino el de Mercedes Milá sin Gran Hermano, puesto que ni su último programa en Antena 3 “Queremos saber”, ni “Diario de ...” en Telecinco, el juguetito que le proporcionaron para que no se aburriera entre temporada y temporada, tuvieron audiencias destacables. Y eso sin mencionar la grotesca experiencia de su intervención en “La Tribu” junto a su gran amigo Javier Sardá, al que dejó en la estacada apenas vislumbró un atisbo de fracaso, abandonando el barco que se hundía sin preocuparse de quien resultara ahogado. Su imagen en pantalla con ese delantal que se le ocurrió vestir y cuyo significado, ni ella misma fue capaz de explicar, es digna de figurar en una antología del disparate.

Mercedes, mírate en el espejo de María Teresa Campos y de su inesperada decadencia profesional y retírate ahora que aún estás a tiempo de que se recuerden tus éxitos del pasado, abandonando Gran Hermano con la poca dignidad que te pueda quedar, antes de que te expulsen sin contemplaciones. Pepe Navarro ha sabido desaparecer de la televisión cuando la audiencia le ha dado la espalda o ha sentido que su trabajo no era lo suficientemente apreciado. Vuelve a copiarle otra vez y desaparece tú también. Te aseguro que a Pepe le voy a echar de menos.

sábado, 13 de febrero de 2010

LOS PRIMEROS ABUSOS


Al mencionar la semana pasada que las criticas hacia Mercedes, destacables en numero y contundencia habían surgido 3 años atrás, no fue por casualidad, sino porque en mi opinión, el comportamiento dictatorial de la Milá se hizo crónico, coincidiendo con la octava edición de Gran Hermano, la de Javier Robles y Dani Rubio, personajes contra los que cargó como un elefante en una cacharrería, sobrepasando todos los limites que deben acotar la labor de una presentadora/moderadora y enquistándose ya en ella, los rasgos que en sucesivas ediciones han ido creciendo aún más hasta llegar a convertirla en una especie de juez, cruel e implacable para algunos concursantes.

Para los seguidores fieles y apasionados de Gran Hermano, saltaron todas las alarmas cuando en la gala de Halloween de Gh8, asistimos a una de las manipulaciones más vergonzosas, aunque no es la única, de la historia del reality y que tuvo como desencadenante nada menos que a la bandera de Japón. La situación era ésta: en la casa existían dos grupos claramente enfrentados y en ese momento concreto del concurso era fundamental para la supervivencia de uno de ellos, el privilegio entonces aplicable de que uno de los habitantes podía salvar de la lista de nominados al compañero de su elección. Y el “juego inocente” que nos propuso la organización para esa noche concreta fue el siguiente: se entrego a los concursantes un numero de banderitas de distintos países, coincidente con el número de concursantes que en ese momento convivían dentro de la casa; cada uno de ellos debía elegir una bandera y el agraciado con la potestad de indultar sería el poseedor de la bandera correspondiente al país, elegido a su vez, por el expulsado de esa semana que resulto ser Greta.

El “truco” estaba en que entre los habitantes que aun aspiraban al premio final, se encontraba Mimi, una concursante tan fascinada por Japón que no desperdició ocasión para mencionar esa atracción desde su entrada en la casa. Japón era con respecto a Mimi, lo mismo que Salou para Fresita o Los Palacios para las gemelas Conchi y Pamela. Además, tanto Mimi como Greta, la expulsada, formaban parte del mismo grupo, así que con estos datos, adivinen quién se quedó con la banderita de Japón y qué país eligió Greta. El resultado de “la broma” fue que Mimi, salvó de entre los nominados provisionales a Kiran, otro integrante de su grupo, y esto llevó aparejado que la lista final quedara finalmente integrada por Laura, Dani Rubio y Javier Robles pertenecientes todos al grupo rival, avocándoles así irremediablemente a perder a uno de sus miembros en la siguiente expulsión.

Por mucho que se esforzara Mercedes en vendernos la moto de la pulcritud del procedimiento elegido por la organización, la intervención descarada y partidista de ésta no se puede calificar con otro nombre que el de trampa, chanchullo o cualquier otro sinónimo que ustedes prefieran utilizar. Evidentemente, Mercedes tenia que dar la cara por sus jefes y defender aquello que le daba de comer, como tienen que hacer en ocasiones todos los que alguna vez han trabajado como asalariados, pero una persona que se presta complacida a semejante indignidad y la apoya con tanta convicción, no tiene en mi opinión autoridad moral para reprochar después a nadie su comportamiento. Ahí se rompió en pedazos la credibilidad de la organización del programa y comenzó la decadencia de la Milá y la amarga decepción de muchos seguidores de Gran Hermano.

Posteriormente y continuando con Gh8, durante las entrevistas a Javier Robles y Dani Rubio como consecuencia de las sucesivas expulsiones de ambos, la presentadora se dedicó sin el menor reparo y con gran entusiasmo a la labor de humillarlos y dejarlos en ridículo, con comentarios insultantes, gestos despreciativos y voces destempladas por las actitudes que, según ella, habían mostrado en la casa; y estos malos tratos con abuso de su autoridad, continuó prodigándolos en galas posteriores, llegando a expulsar del plató a Javier Robles que se atrevió a plantarle cara en un intento de defenderse; intento fallido puesto que no se enfrentaban en igualdad de condiciones.

En realidad y para ser justos, Mercedes tenía razón al reprobar ciertas manifestaciones y conductas que estos concursantes habían mantenido, pero le fallaron estrepitosamente las formas y la neutralidad que debió mostrar siempre como presentadora, además de no tener en cuenta que los interesados habían sido elegidos por el equipo de Gran Hermano al que nunca se cansa de encomiar. Si tan despreciables eran estos personajes, ¿por qué fueron elegidos? Si tan monstruoso fue su comportamiento y sus palabras, ¿por qué no fueron expulsados? En “Grande Fratello”, la edición italiana de Gran Hermano de este año, lo hicieron recientemente con un concursante por haber blasfemado. Y en las dos recientes ediciones de Gh11 y “El Reencuentro”, hemos asistido a unas cuantas expulsiones por motivos, cuanto menos pintorescos. Por lo tanto, ¿quién era ella para vituperar públicamente lo que la organización había dejado pasar sin mostrarlo siquiera en los resúmenes ni en las galas?

Lo curioso es que en el caso de Javier Robles, todos tenían mucho por qué callar e incluso hubieran tenido que estar agradecidos a este concursante por su buena disposición, puesto que Javier podía haberse querellado perfectamente contra ellos, al haber sufrido lesiones apreciables durante la gala de Halloween, en la que no tuvieron mejor idea que emitir descargas eléctricas desde el asiento donde debían nominar los concursantes, con la increíble negligencia de que la persona que hizo la prueba previa por parte del equipo del programa llevaba pantalones vaqueros, mientras que los de Javier eran de un tejido mucho mas ligero. El resultado fueron quemaduras que según palabras de Laura, otra de las concursantes que lo comprobó personalmente, le habían dejado “el culo morado”, ya que no se conformaron con hacer “la gracia” una sola vez y obligaron a Javier a soportar varios calambrazos en un breve intervalo. La propia “Súper”, directora del programa desde la marcha de mi añorado Roberto Ontiveros, le pidió perdón en el confesionario por el accidente, pero esperar que Mercedes “se rebajara” a disculparse en público o a reconocer alguno de sus errores, sería como seguir creyendo en los Reyes Magos después de los 20 años.

La conclusión es que en esos días, la Milá se erigió en juez, jurado y verdugo, asumiendo un papel que no le correspondía ni nadie le había encargado, azotando con su sarcasmo e intolerancia, no sólo a los mencionados concursantes, sino también a sus amigos y familiares y contraviniendo incluso las recomendaciones de sus superiores de que no opinara, como ella misma reconoció en una de las primeras galas de Gh8 y he tenido ocasión de comprobar recientemente en un vídeo, donde llamaba “gilipollas” a Dani Rubio y presionaba a un amigo de éste para que se pronunciara también contra él. Evidentemente, ni obedeció a sus superiores en esa ocasión, ni lo ha hecho en posteriores ediciones. Claro que tan culpable es quien ignora las órdenes como quien permite reiteradamente esa desobediencia, teniendo autoridad para ponerle freno. Y puesto que Mercedes se llena la boca continuamente declarándose orgullosa de “su programa, su cadena, su equipo y su productora” justo es que también comparta la responsabilidad de “sus culpas, sus negligencias y sus turbios manejos”.

lunes, 8 de febrero de 2010

¡¡AQUÍ MANDO YO!!


Hace unos tres años aproximadamente, contrastando con la casi unánime admiración que hasta entonces existía hacia la figura de Mercedes Milá, comenzaron a alzarse voces críticas contra su actitud como presentadora de Gran Hermano. Le reprochaban su prepotencia cada vez más alarmante y el trato discriminatorio hacia algunos concursantes cuyo comportamiento no le agradaba; y argumentaban que una presentadora, por la influencia que puede tener sobre la audiencia, debe ser neutral para no desequilibrar las posibilidades de ganar de los concursantes, existiendo además unos resúmenes diarios y un canal de 24 horas, donde la propia audiencia tiene la libertad de juzgar las actitudes de cada uno de los aspirantes al triunfo final.

Con el transcurso de los meses, a esa prepotencia como motivo de reproche, se han unido la soberbia y el despotismo de conceder la palabra sólo a sus favoritos en el concurso, haciendo callar de malas maneras, no sólo a los otros concursantes sino a sus familiares y amigos. Todo eso sin mencionar su histrionismo cada vez más preocupante, que deriva en una serie interminable de muecas, posturas y comentarios que rozan el ridículo y su obsesión por mostrarse liberal, moderna y desinhibida, cualidades éstas que intenta demostrar flirteando con concursantes elegidos por ella, a los que soba, acosa y compromete llegando en más de una ocasión a morrearse con ellos, ofreciendo un espectáculo, cuanto menos chocante, si tenemos en cuenta que ya no es ninguna chiquilla y que los “elegidos” no tienen muchas opciones para resistirse, ya que como no se cansa de repetir, ella es quien manda en su plató.

Pero no contenta con ofrecer tan lamentable espectáculo cuando presenta el concurso, recientemente se ha decidido a extender su dictadura a las entrevistas que concede y el viernes pasado nos dio el primer ejemplo en Sálvame De Luxe. Su víctima en este caso fue Kiko Hernández, conocido contertulio que entre sus defectos, tiene la enorme desgracia de no pertenecer al grupo de concursantes que la Milá denomina “mis niños” porque la edición de Kiko la presentó Pepe Navarro, mientras ella se marchaba a Antena 3 donde no aguantó mucho tiempo, sabe Dios por qué, puesto que en la edición siguiente volvió a tomar el mando del reality.

De momento no profundizaré en los motivos de su odio desmesurado hacia Kiko, ya que hasta no hace mucho se comportaba como si fuera su madrina. Ya volveremos sobre las posibles razones que convirtieron esa actitud maternal en un ataque furibundo y malicioso. Lo que quiero dejar claro en este primer artículo del Blog, es que la tolerancia de la que muchas veces ha pretendido alardear Mercedes, no apareció en ningún momento del cara a cara. En esta ocasión gritó, insultó, descubrió comentarios privados que Kiko le había hecho, le mandó callar, le fulminó con el desprecio en su mirada, le echó en cara que gracias a ella estaba vivo o poco menos y se aprovechó sin el menor rubor de que Jorge Javier Vázquez, el presentador, no pudo o no quiso moderar como era su obligación, permitiendo que ella se expresara a su antojo ocupando todo el tiempo que le pareció oportuno, pero quitando la palabra a Kiko o concediéndole 30 segundos cuando él pretendía contestar.

El viernes, Mercedes se quitó definitivamente la máscara de Dr. Jekyll y dejó salir al monstruo de Mr. Hyde que hasta ahora habíamos visto aparecer sólo fugazmente. Kiko fue inteligente y se dio cuenta en seguida de que no podía ganar con todos los elementos en contra, incluyendo a “su presentador” que era quien debía defenderle de los abusos de la enloquecida periodista. Por eso se marchó dejándola plantada, aunque antes y a pesar de las condiciones adversas, consiguió decirle unas cuantas verdades que la enfurecieron aun más, por mucho que fingiera indiferencia y aburrimiento. ¿Quién resultó ganador en el enfrentamiento? Sin duda cada persona que asistió atónita a lo ocurrido se decantará por uno o por otro en función de sus simpatías. Para mí, el vencedor fue Kiko, sin la menor duda, porque ni gritó, ni insultó, ni impidió a nadie su derecho a hablar. Lo malo es que esta vez le tocó lidiar con un Mihura resabiado, con muy mala leche y peores intenciones, teniendo la plaza en contra y habiendo sido despojado de capote y estoque para hacer frente al bicho. Esta vez el sacrificado fue él, pero pudo ser Arturo, concursante de la pasada edición o cualquier otro que no goce del favor de la diva, puesto que esta mujer sólo respeta a quien le da la razón incondicionalmente y le regala los oídos con los elogios y los tópicos que ella quiere escuchar.

Mercedes, da lo mismo que te vistas de patata, de berenjena o de lagarterana, porque debajo de esos atuendos que te prepara tu estilista, siempre llevas la soberbia por bandera.